Despierta la música de entre la cabellera de la luna cuando de llorar se calla la blanca manía de mi boca, caverna de especies humanas. No quiero esperar el grito, ni dormido ni de pie Prosigue el día la noche el deseo de estar No estar dentro de la boca cual fruta sin ceso; cuando quiero llorar despierto y musita el furor alto y bajo muy bajo, cuando la beso Es la tez de mi tierra en catorce de diciembres lo que veo al abrir el párpado suturado, luego la ventana, la nube, mariposas y a ti cuando degusto y presiento que el vino se ha terminado Ya no quiero, el ufano espejo de mis huesos ni la mordedura de mi propia mano en la cabeza Ya no tengo ganas de nadar en el recipiente o dar palmadas en un sueño que me llama a trastocarte mejilla coloreada, tez de mi tierra en quince de diciembres, rostro de un año atroz que se rasura la espalda maltratada por tridentes: esas ráfagas de Dios.